Después de más de dos décadas inmerso en el mundo del emprendimiento, puedo afirmar que estamos en una era donde ser emprendedor se ha convertido en un «superpoder» con una idealización bastante alejada de la realidad. Parecería que las personas que no se embarcan en esta «aventura» no es porque no puedan, sino más bien porque quizás no quieran hacerlo. Como si se eligiera el contexto y las condiciones en el que una persona nace y se desarrolla. Esto es así algunas veces, pero muchas otras no.
Entonces surge la pregunta: ¿Qué es realmente el emprendedurismo y qué implica ser emprendedor?
Desde mi perspectiva, ser emprendedor es todo lo contrario a estar en una relación de dependencia laboral. Es una alternativa a simplemente ganarse la vida; es el inicio de un proyecto donde uno depende principalmente de sí mismo o misma. La clave radica en comprender de dónde nace el emprendedurismo.
Puede surgir por necesidad o por deseo, dos polos casi opuestos, Ahora ya sea por una u otra, ambas son condiciones necesarias mas no suficientes. Por ello, es crucial romper con la creencia de que depende ùnicamente de la voluntad de la persona. El contexto en el que nacemos, histórico, ya sea país, ciudad, condición social, si sos varón o si sos mujer, juega un papel determinante en nuestra condición para emprender en el mundo de hoy.
Todo emprendedor o emprendedora necesita esencialmente cuatro recursos a nivel macro: tiempo, dinero, energía y conocimiento (know-how). Estos recursos solo pueden obtenerse en ciertos contextos. En muchas partes del mundo occidental, la mayoría de los emprendimientos (y por lógica, los emprendedores y emprendedoras) no llegan al quinto año de duración. Esto se debe, en gran parte, a la idealización del emprendedurismo y a la falta de consideración de estos recursos clave.
Si estás considerando emprender, o incluso si estás en el rubro inmobiliario y buscas personas con perfiles emprendedores, es fundamental hacerte algunas preguntas. ¿Tengo el tiempo necesario para dedicarle al emprendimiento? Al menos al principio, se requieren mínimamente ocho horas diarias de lunes a sábado. ¿Tengo la energía física para afrontar los desafíos del emprendimiento y balancear otras áreas de mi vida? ¿Cuento con los recursos económicos suficientes para sostener el proyecto hasta que sea rentable o estoy dispuesto a asumir la pérdida si no funciona? ¿Poseo el conocimiento adecuado del rubro en el que quiero incursionar, comprendiendo tanto las oportunidades como los riesgos?
Emprender es como saltar de una montaña con un parapente; si no sé cómo usarlo, puedo terminar estrellado contra el piso. Por momentos, pasaré cerca del suelo, cerca de las montañas, con un vértigo constante, especialmente en entornos menos desarrollados. Sin embargo, si aprendemos a manejarlo, el emprendimiento puede ofrecer algunos beneficios, como lograr estabilidad económica más rápido que en una relación de dependencia y, tras mucho esfuerzo, alcanzar calidad de vida (Situación que logra aproximadamente solo el 10% de los emprendedores). Aquí está uno de los errores en el cuento de hadas que se crea alrededor del emprendedurismo: juzgarlo por los resultados que alcanzan algunos pocos al final de la película, si todo sale bien, más que por el proceso y el contexto.
El emprendedurismo debe tratarse como un deporte profesional. Requiere disciplina y atributos específicos que recomiendo conocer antes de empezar, ya que, al igual que en un deporte profesional, la falta de estos elementos puede llevar al fracaso. Es imposible ser profesional sin formarse, capacitarse y entrenar adecuadamente. Para ello, es crucial tener los recursos necesarios desde el inicio para tener éxito en esta apasionante travesía empresarial.
En fin, emprender no es para cualquiera, especialmente en los comienzos con pocos recursos y cuando se hace desde la necesidad, como una alternativa al escaso empleo digno y de calidad. Es diferente cuando se cuenta con recursos plenos y se emprende desde el deseo; esta situación es para muy pocos. Si ya estás en este vuelo, te sugiero formarte, capacitarte y tomar conciencia del mundo en el que estás para poder gestionarlo de la mejor manera posible.